sábado, 18 de abril de 2009

CARTA II

Buenos Aires, Argentina. 13 de Marzo de 2008
Mi amada Lilita:


Puede ser que la llegada de esta carta no sea esperada. Puede ser que tampoco resulte. Pero tengo fe, la tengo.

Anoche tuve un sueño y desperté a las 2 de la mañana. Sin comprender muy bien, me dirigí hacia la cocina a tomar un vaso de leche. Estuve horas meditando. Pensé una y otra vez. Cuando menos lo esperé, ahí estaba solo en el piso de la cocina. ¿Alguna vez lo pensaste? Vos y yo juntos. El uno para el otro. Una vez leí en un libro: "No hay rosas sin espinas, ni príncipes sin monjes". Pero después de muchos años, solo tirado en el piso desgastado pude entender. Puede ser que no resulte, pero soy una persona de fe. Desde chico me educaron bajo la voz de Dios. Siempre fui un cumplidor de la ley, un obediente. Apenas te vi, pude sentirlo. La cruz sobre tu pecho encendía en mí esa llama de erotismo que apenas podía controlar con mis propias manos. Sé que como hijos de Dios no debemos pecar, esto sería una locura. Estoy tratando de controlarme, pero la leche no es suficiente. Necesito algo más. Te necesito a vos. Tus curvas me inspiran, son como esos llamados de Dios que no puedo evitar escuchar. Esa fuerza que pesa sobre mi espalda, como la cruz sobre Jesús. Esa fuerza que duele y da placer. Tal vez ahí encuentre la clave: el dolor y el placer. Es tu mirada, un látigo que imprime sobre mi piel un arduo dolor adictivo. Es la huella que marcas en mí que me insita a seguir. Es el sacrilegio que el hombre como tal, criatura ínfima de Dios, rinde culto al cielo y jura sumisión al poder de la fe. Como le dijo Dios a la serpiente, luego de que Eva pruebe la manzana: "Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás". Ahora soy yo el que tiene que poner el pecho sobre el piso ante el pecado de tu cuerpo. Y saborear poco a poco ese dulce dolor. Aunque preferiría poner el pecho sobre tus pechos y saborear gota a gota tu nicotina.

En mi sueño te vi, como mandamiento de Dios obligándome a obedecer, como cuando te vi enarbolar la bandera de nuestro señor en contra de las herejías propuestas por artistas que han perdido el rumbo, lo supe. Mi camino estaba marcado. Mi redención sexual tenía tu nombre.

Tus deseos son órdenes,
Tu Admirador.

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